LA CIENCIA ENCUENTRA LA CIENCIA (HOMONATROPIA) 2da parte
Publicado por 17 de diciembre de 2020
HOMONATROPIA (ENSAYO 2)
El proceso científico se fundamenta en lo empírico, es decir, donde prevalecen los sentidos de la vista, el gusto, el olfato, la piel; aunado a esto se encuentra la luz del sol, el viento, el fuego, el agua, los animales y la flora, desde aquí se origina todo lo que conocemos, usamos y consumimos; la vinculación del ser humano, en sus diferentes etapas, se han manifestado las diferentes expresiones del conocimiento a los cuales se les llama desarrollo.
En ese transitar se han agregado complejos ideológicos que han permitido avanzar en el sentido que se ha tomado como lo esencial o lógico, esto ha logrado un sistema de vida donde se ha establecido un estilo de vida sujeto a las exigencias de premisas consideradas “necesarias” para lograr la “calidad de vida” necesaria y alcanzar el bienestar deseado para vivir bien.
“Calidad de vida” y “vivir bien” son condiciones que están sujetas a la ciencia y tecnología, a su vez, todo, esta sujeto irremediablemente, a la naturaleza. Esta premisa se ha roto, en algunos casos, en otros se ha obviado por el afán de lograr comercializar o mercantilizar desde el ser humano, así como la flora y la fauna.
La ruptura se pone de manifiesto cuando lograron separarnos del medio ambiente para convertirnos en ciudadanos dependientes, pero no aportantes de beneficios a eso que nos aporta absolutamente todo para nuestra existencia, ese desbalance es hacia donde están dirigidas las medidas “correctivas” dirigidas s sostener el sistema establecido como lo necesario para el bienestar del ser humano, pero se olvida lo esencial, la naturaleza.
Todo esta creado con la finalidad de mantenernos “bien”, pero, es notable el malestar provocado por obviar esa relación básica y esencial que nos aporta la posibilidad de mantener nuestra existencia, la medicina paso de ser natural a artificial, las plantas y frutas poseen los elementos necesarios para mantenernos sanos, pero la comercialización ha provocado enfermedades incapaces de ser curadas, además de aquellas afecciones recurrentes que alimentan un mercado cuyas medicinas, en muchos casos causan daños irreparables.
Cada vez más en los países tropicales, se siente el calor, los polos en deshielo constante, desertización, y otros efectos provocados por las medidas paradigmáticas consideradas dentro del contexto de la evolución del conocimiento; la tecnología logra aclimatar espacios cerrados para lograr el confort deseado, pero, ¿realmente se esta alcanzando la calidad de vida tan deseada?
Las ciudades creadas en el modernismo, luego de la separación del orden natural, son planificadas en base a los mismos principios aceptados como los necesarios para lograr una ciudad donde se alcance el buen vivir, pero estos principios “científicos”, son desarrollados según las posibilidades que les ofrezca la zona que será intervenida, que posean ríos o quebradas para depositar las aguas servidas, se crean las condiciones para aprovechar las plantas hidroeléctricas, la explotación petrolera con sus consabidos efectos negativos en nuestro entorno y por ende en la salud.
Se debe procurar medidas diametralmente opuestas a las condiciones y exigencias consideradas “evolucionadas”, para planificar, establecer y desarrollar un asentamiento humano, considerado moderno y en el que aparentemente se lograría el “buen vivir”; se han aplicado medidas en este sentido, pero debe ser una condición imprescindible para lograr, en alguna medida, el bienestar que requerimos para “vivir bien”.
Homonatropicamente hablando, no se puede aplicar medidas, controles, normas y procedimientos bajo las premisas establecidas o a partir de criterios, exclusivos, sujetos al estudio de las relaciones de los seres vivos don el medio ambiente, como la salida “ideal” en cuanto a la adaptación del ser humano, en este caso, al medio ambiente, y se olvida la oportuna y necesaria medida de aportar y balancear la extracción de los bienes de la naturaleza con la exclusiva condición de mejorar las condiciones de vida de los humanos mientras las de la naturaleza van en detrimento de ellas y al final de nosotros mismos.
La flora y la fauna tienen una forma sublime de relacionarse y aprovecharse mutuamente, en todo caso igual sucede con el ser humano, pero al mantenernos “distantes” de nuestro origen, donde el ambiente es visto como el “almacén” del cual se extrae todo lo necesario, no se pueden esperar beneficios, per se, cuando solo se extrae para sobrevivir debido a las condiciones impuestas por el mercado y la competencia
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