HOMONATROPIA (ENSAYO) (2)
El proceso científico se fundamenta en lo empírico, es
decir, donde prevalecen los sentidos de la vista, el gusto, el olfato, la piel;
aunado a esto se encuentra la luz del sol, el viento, el fuego, el agua, los
animales y la flora, desde aquí se origina todo lo que conocemos, usamos y
consumimos; la vinculación del ser humano, en sus diferentes etapas, se han manifestado las diferentes expresiones del
conocimiento a los cuales se les llama desarrollo.
En ese transitar se han agregado complejos ideológicos
que han permitido avanzar en el sentido que se ha tomado como lo esencial o
lógico, esto ha logrado un sistema de vida donde se ha establecido un estilo de
vida sujeto a las exigencias de premisas consideradas “necesarias” para lograr
la “calidad de vida” necesaria y alcanzar el bienestar deseado para vivir bien.
“Calidad de vida” y “vivir bien” son condiciones que
están sujetas a la ciencia y tecnología, a su vez, todo, esta sujeto
irremediablemente, a la naturaleza. Esta premisa se ha roto, en algunos casos,
en otros se ha obviado por el afán de lograr comercializar o mercantilizar
desde el ser humano, así como la flora y la fauna.
La ruptura se pone de manifiesto cuando lograron
separarnos del medio ambiente para convertirnos en ciudadanos dependientes,
pero no aportantes de beneficios a eso que nos aporta absolutamente todo para
nuestra existencia, ese desbalance es hacia donde están dirigidas las medidas
“correctivas” dirigidas s sostener el sistema establecido como lo necesario
para el bienestar del ser humano, pero se olvida lo esencial, la naturaleza.
Todo esta creado con la finalidad de mantenernos
“bien”, pero, es notable el malestar provocado por obviar esa relación básica y
esencial que nos aporta la posibilidad de mantener nuestra existencia, la
medicina paso de ser natural a artificial, las plantas y frutas poseen los
elementos necesarios para mantenernos sanos, pero la comercialización ha
provocado enfermedades incapaces de ser
curadas, además de aquellas afecciones recurrentes que alimentan un mercado
cuyas medicinas, en muchos casos causan daños irreparables.
Cada vez más en los países tropicales, se siente el
calor, los polos en deshielo constante, desertización, y otros efectos
provocados por las medidas paradigmáticas consideradas dentro del contexto de
la evolución del conocimiento; la tecnología logra aclimatar espacios cerrados
para lograr el confort deseado, pero, ¿realmente se esta alcanzando la calidad
de vida tan deseada?
Las ciudades creadas en el modernismo, luego de la
separación del orden natural, son planificadas en base a los mismos principios
aceptados como los necesarios para lograr una ciudad donde se alcance el buen
vivir, pero estos principios “científicos”, son desarrollados según las
posibilidades que les ofrezca la zona que será intervenida, que posean ríos o
quebradas para depositar las aguas servidas, se crean las condiciones para
aprovechar las plantas hidroeléctricas, la explotación petrolera con sus consabidos efectos
negativos en nuestro entorno y por ende en la salud.
Se debe procurar medidas diametralmente opuestas a las
condiciones y exigencias consideradas “evolucionadas”, para planificar,
establecer y desarrollar un asentamiento humano, considerado moderno y en el
que aparentemente se lograría el “buen vivir”; se han aplicado medidas en este
sentido, pero debe ser una condición imprescindible para lograr, en alguna
medida, el bienestar que requerimos para “vivir bien”.
Homonatropicamente hablando, no se puede aplicar
medidas, controles, normas y procedimientos bajo las premisas establecidas o a
partir de criterios, exclusivos, sujetos al estudio de las relaciones de los seres vivos don el medio ambiente,
como la salida “ideal” en cuanto a la adaptación del ser humano, en este caso,
al medio ambiente, y se olvida la oportuna y necesaria medida de aportar y
balancear la extracción de los bienes de la naturaleza con la exclusiva
condición de mejorar las condiciones de vida de los humanos mientras las de la
naturaleza van en detrimento de ellas y al final de nosotros mismos.
La flora y la fauna tienen una forma sublime de
relacionarse y aprovecharse mutuamente, en todo caso igual sucede con el ser
humano, pero al mantenernos “distantes” de nuestro origen, donde el ambiente es
visto como el “almacén” del cual se extrae todo lo necesario, no se pueden
esperar beneficios, per se, cuando solo se extrae para sobrevivir debido a las
condiciones impuestas por el mercado y la competencia.
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